De lo inevitable


I
Inevitablemente
Tu nombre,
(no pronunciado,
no escrito),
no está en la nómina de mi olvido.

E
inevitablemente
se entiende con mi nombre.

Tal como
con una sencillez ingenua,
al leve roce de los dedos
tu cuerpo se entiende con el mío.

En un amor
que,
inevitablemente,
hemos de seguir viviendo,
por alguna razón
que nunca Dios nos dirá,
pero que tú sospechas
y yo acato
agradecida.

Inevitablemente.


II
De acuerdo,
Señor.
Toma mi pañuelo.
Ya sé que este amor
No es más que una lágrima tuya.


III
Cuando me miras
Olvido súbitamente la muerte.

Se me escapa por tus trigales
este amor
como un sol liberado.

Me crecen en las manos
caricias que se alargan
más allá de lo imposible.

Sólo para amarte
Necesito vivir.


V
Estoy así
Semilla al sol
Paisaje en llamas
Desde que encontré mi identidad
en tus brazos,
mi nombre en tus labios
la absolución infinita en tu pecho.


V
Mi cuerpo es un canto hacia ti.
Mi cuerpo es un rayo hacia ti.
Mi cuerpo es un grito hacia ti.
Mi cuerpo es a ti.


VI
Tropiezo con Dios
en el silencio de este otoño.
Inevitablemente
te encuentro.

© Margarita Carrasco

 

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