Un día más
El ángel se levantó del
polvo de las calles en medio de la noche de neón. De igual forma que en otras
ciudades. Suceso inédito en nuestro país, pues todos pudimos escucharlo.
Pero ¿de qué tendría que preocuparse una ciudad que no se permite la angustia?
Nadie lo quiso creer, todos siguieron en lo suyo, muy pocos pidieron el día
libre para disfrutarlo, la mayoría continuó en la normalidad acostumbrada.
Al otro día, la ciudad estaba desierta y no había nadie para extrañarla. Todo
sucumbió ante el poder misterioso y certero de la muerte; al igual que en
otras ciudades.
Concierto en Do Mayor para niño y orquesta
El niño rió y calló la ciudad. Los automovilistas cesaron sus frenéticas
bocinas y todos los semáforos estaban en rojo. La gente salió ansiosa del
metro a ver tan espeluznante y maravilloso momento.
El niño reía junto a la estatua de un general de antaño y creaba la melodía
más hermosa jamás creada, corría junto a ella dirigiendo a su ejército de
palomas. Paró de correr y siguió riendo, ahora, junto a un árbol, al que le
comentaba los detalles de su gran victoria. Al fin la paz había vencido a la
guerra que ahora dormía sumergida en sus sinónimos.
Triste
Una colación del día y una botella de vino para él solo. Bebió antes de probar
la comida. No estaba mal. Una cumbia antigua sonaba con gusto a vinilo. Pensó
en el suicidio, luego en su hija, en su perro y en el gato embalsamado de su
abuela. Si hubiese aprendido a llorar hubiese sido un buen momento para
ponerlo en práctica. Terminó la comida, untó sus ojos con vino y se fue
emborrachado de tristeza.
Corazón
El otro día me encontré un corazón tirado en la calle. La gente pasaba al lado
de él sin verlo. Lo tomé y vi en un costado su dirección y teléfono. Llamé:
-Don Raúl, creo tener su corazón, lo perdió en Vicuña
Mackenna con Benito Rebolledo
-¿Si? No me di cuenta
-Lleva unos días aquí
-¿Si? No me di cuenta
-Si quiere se lo puedo ir a dejar
-¿Si? No creo que lo necesite hoy.
Felipe
González
Vilches
(Arlequín)