LOS BESOS ATRAVESADOS

Tampamachoco,


Sé muy bien que hay gaviotas
que me buscan en la costa doblada
para hacer de mi corazón trofeo...
No saben, no entienden
que el agua no puede olvidar
los curvilíneos reproches de su cauce.
Por el estribillo de mis labios
asoman a veces, flamígeros,
los picos de un entendimiento
que no soporta debatir su cuestión.

Soy el hijo de las calles
llenas de casas sin número;
soy un paisaje de grullas
cuya belleza, repentina y fugaz,
se hunde, con el tiempo,
en infinitas toneladas de hondura.

Me he perdido en un paisaje de muerte.
El color, furtivo arrepentido,
se me fue de las manos un día
y no encuentra el camino de vuelta.
En mi puño sostengo la ignominia
de muchos besos atravesados.
Tengo que alzarme nuevamente
porque con retraso vienen
ruinas hambrientas de paloma.
Así pues, ni yo mismo me pertenezco.

He de verte, alma mía, otra vez
postrada al pie de la humillación,
por esos tres minutos de hermosura...

 

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