Insomnio (tras despertar
de la pesadilla)

Llevo días con largas
pesadillas y escasos sueños, cuando te abofetea la vida y te despierta
arrojándote fuera del mundo idílico de la fantasía para hundirte en el
encrespado mar de realidad la mente atrofia el raciocinio y germinan las
emotividades erizando la piel, abriendo los poros.
Si ya duelen las palabras que
arrojadas como dagas van a clavarse en la espalda, mucho más duelen los
silencios, esos mudos cobardes que callan ante la injusticia son los cómplices
de los venideros atropellos. No hay neutralidad posible ante la iniquidad ni
sirven de nada los postreros lamentos. Todos los muertos fueron de vivos,
buenos, pero mientras vivieron nadie se acordó de decírselo para que, al
menos, murieran con la última sonrisa de estreno dibujada entre la palidez de su
rostro.
Esta semana ha sido un vía crucis
de grises tormentos, de noches insufribles, de días en los que lloraban hasta
los cielos. Un naufragio en medio del océano con sólo unos tablones a los que
asirse en medio de un oleaje de despropósitos, un mar gélido que me helaba el
alma y un sepulcral silencio que atronaba en el fondo de mis entrañas.
Parece que ya amaina la tormenta,
que en el firmamento asoma entre los grises nubarrones, claros azules de
esperanza, que el sol fiel a su cita se asoma de nuevo al despertar la mañana,
el gallo canta y los jilgueros que anidan en los cedros que veo desde mi
ventana, entonan un coro de píos que peinan mis alientos.
No hay dolor que eterno dure ni
sufrimiento que no pueda soportarse, cada invierno se encadena a una próxima
primavera y la oscuridad del túnel se disuelve entre luces más allá de donde
terminan las angustias.
Mis recuerdos se visten hoy de
melancolías, evocando ayeres en los que las palabras fluían limpias y nos
cantaban salmos de alegría. Añoro aquellos días, aquellas jornadas con sentido
donde un verso desgarraba las entrañas por su belleza y no por la maldad de su
verbo. No se marchitan las flores eternamente, vuelven a reivindicar su color
y su fragancia cuando el sol las calienta y las lluvias las refrescan.
Quiero construir soles entre poemas
y regarlos con versos de esperanza, quiero que el aroma de los jazmines inunde
de sensaciones mi existencia, que nadie ni nada me hurte la vida, que sólo
tengo una y necesito vivirla con una sonrisa en la cara y brillo en mirada.
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